Entre los años 1909 y 1927 una buena parte de los
agricultores de Aldeanueva de Ebro se organizaron
en torno al Sindicato Agrícola, lo que les ayudó a afrontar las dificultades económicas del calamitoso inicio del siglo XX.
Entre los servicios que les ofertaba el
sindicato estaba el suministro a buen precio de abono mineral concediéndoles
el crédito necesario para su adquisición.
Aldo Mazza. Superfosfato, 1913
La compra-venta de
abono era una actividad que movía mucho dinero dentro del sindicato, con
continuas entradas y salidas en caja, un
trasiego de dinero que debía estar perfectamente controlado pues de lo
contrario existía el riesgo de fraude y de desfalco por parte de los
gestores, una situación a la que tuvieron
que hacer frente al poco de constituirse el sindicato, cuando en abril de 1910
su presidente Félix Martínez Ruiz era acusado de haberse quedado con dinero
procedente de la venta de abono.
Los hechos fueron los siguientes, el socio Telesforo Falcón
Martínez había entregado a Félix Martínez
Ruiz 120 pesetas en pago de 12 sacos de abono mineral adquiridos al
sindicato, una cantidad que supuestamente el presidente no entregó al cajero,
por lo que no apareció consignada en los libros contables cuando la Comisión Fiscal reconoció las cuentas.
Informado el Consejo
de Administración de esta irregularidad, su vicepresidente Bartolomé Miranda
Pastor convocó a los miembros del Consejo y de la Comisión Fiscal a una reunión
extraordinaria el 5 de abril de 1910 en la que comparecieron y declararon su
presidente Félix Martínez y el cajero José Mª Pastor. El primero reconoció
haber recibido el dinero pero afirmó que se lo había dejado a José Mª Pastor en
la mesa de su casa, un extremo que fue negado por el cajero.
Tras escuchar a los
dos implicados, los miembros del Consejo acordaron que mientras su presidente
no acreditase en forma la entrega de las 120 pesetas era el responsable de
dicha cantidad, dándole el plazo de un año para que pudiera hacer efectiva la
entrega del dinero.
La reacción de Félix
Martínez fue la presentación de su dimisión como presidente y la solicitud de
baja como socio. Ante la gravedad del hecho, el Consejo de Administración
decide convocar a todos los socios a una Junta General para informarles de lo
ocurrido y que fueran ellos quienes decidiesen sobre la aceptación de la
dimisión del presidente.
El 10 de abril de 1910
el vicepresidente Bartolomé Miranda Pastor abría la Junta General
Extraordinaria, cediendo la palabra a
José Mª Rubio Gutiérrez, miembro de la Comisión Fiscal, quien tras un
teatral profundo silencio guardado por los socios expuso los hechos, haciendo responsable de “la falta o descuido” o bien al
presidente o bien al cajero.
Tras la exposición de
José Mª Rubio, el presidente Félix Martínez y el cajero José Mª Pastor hicieron
su propia defensa, entrando en una larga disputa que se alargó durante más de
dos horas y en la que no llegaron a ningún acuerdo.
Seguidamente se cedió la palabra a los asistentes, haciendo
uso de la misma Luis García del Moral,
quien defendió a Félix Martínez a quién creía incapaz de sustraer dinero de la
caja del sindicato teniendo en cuenta sus antecedentes y “haber demostrado
tanto interés y celo en el cumplimiento de su deber y en hacer todos los
posibles para que la Sociedad Agrícola de esta villa salga siempre floreciente
y vayan en aumento sus intereses”, considerando que todo se debía a “algún trabacuentas o error de sumas”. Pero a pesar de estar
convencido de su inocencia, opinaba que si el hecho se pusiera en conocimiento
de los tribunales la culpabilidad
recaería en el presidente por “el mero hecho de no poder justificar en forma
haber hecho dicha entrega”.
Este parecer fue aceptado por los asistentes, quienes vieron
la solución en que sin poner en duda
la honradez del presidente del sindicato
éste debía entregar las 120 pesetas en el plazo máximo de un año, y dado que no encontraban “culpabilidad alguna de
mala fe y si un error de suma o
trascuenta” debería seguir desempeñando el cargo de presidente.
Ante la imposibilidad manifestada por el propio Félix
Martínez para aceptar o rechazar la propuesta en ese mismo acto por encontrarse
“en estado de excitación a causa del mucho rato empleado en la discusión” se le concede un plazo de ocho días para
que dé respuesta.
La respuesta del hasta entonces presidente se demoraba sin
que se supiera dar solución al problema, por lo que el 4 de mayo de 1910 el
Consejo de Administración, reconociendo su incapacidad decide pedir la ayuda de
una persona que los instruyese para lo que acudirían a Logroño para “conferencia
con don Primo de la Riva como abogado o con otra persona para consultar el caso”.
Tras el envío de varios oficios a Félix Martínez,
reclamándole el pago de las 120 pesetas y la entrega de todos los documentos,
sellos y demás objetos del sindicato que obrasen en su poder sin obtener
respuesta por su parte, finalmente el 10
de mayo el Consejo decide destituirlo
del cargo de presidente y comunicarle de oficio que si en el improrrogable plazo
de dos días no entregaba la cantidad y objetos mencionados se pondría el asunto
en conocimiento del Juzgando.
Aún tuvo lugar una
última defensa de Félix Martínez por parte del vocal Demetrio Pastor quien
pretendió descargar la responsabilidad en Telesforo Falcón, el socio que había
adquirido y pagado los doce sacos de abono, alegando que si éste no acreditaba
la entrega del dinero debía ser citado a los tribunales de justicia y no Félix
Martínez. Una propuesta que fue rechazada por el resto de los miembros del
Consejo.
Tampoco en esta
ocasión hizo efectivo el pago reclamado, por lo que el 16 de mayo el Consejo
resuelve demandar a Félix Martínez en el Juzgado Municipal a juicio
verbal en reclamación de las 120 pesetas
y los efectos y documentos sociales que obraban en su poder. Sin embargo las resoluciones
judiciales no fueron las esperadas por el Consejo de Administración, pues tanto
la sentencia del Juzgado Municipal de Aldeanueva de Ebro como la posterior del
Juzgado de Instrucción de Alfaro fueron favorables a Félix Martínez.
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