La peste en La Rioja
En el cambio del siglo XVI a XVII se produjo una de las
epidemias de peste que con mayor virulencia atacó a la Corona de Castilla. La
Rioja se vio alcanzada por la epidemia en la primavera de 1599 procedente de Navarra,
propagándose inicialmente por el camino de Santiago. Los embates más virulentos
tuvieron lugar entre el verano y otoño de 1599 afectando principalmente a los
núcleos urbanos y a las comarcas más pobladas de la Rioja Media y Alta. Al año
siguiente, la epidemia adquirió una mayor difusión, alejándose de la ruta
jacobea.
La peste llega a
Calahorra
A principios de septiembre de 1600 se detectaron los
primeros casos en la ciudad de Calahorra, el día 20 de septiembre se procedió a
quemar enseres y a evacuar determinadas casas
por sospechas de un contagio, pero no será hasta el 15 de octubre cuando
se reconozca abiertamente la existencia de la peste. A partir de entonces se dará
asistencia a pobres, enfermos y convalecientes en hospitales y casas
habilitadas, se quemarán las ropas de los apestados, el cabildo organizará rogativas.
Días después, se estableció un estricto aislamiento de los enfermos. Ante la
propagación de la peste, las autoridades civiles y eclesiásticas así como las
personas principales huyen de la ciudad, las instituciones funcionan con
dificultad, se suceden los robos y saqueos en heredades y viviendas
abandonadas…
La reacción de las
aldeas de la ciudad
Para
defenderse del riesgo de contagio, los vecinos de Aldeanueva, Rincón de Soto y
Murillo, aldeas de la ciudad de Calahorra buscan el auxilio de Felipe III,
exponiéndole al monarca como en Calahorra “desde mediado de mes de setiembre
pasado deste año en la dicha ciudad avia tocado la enfermedad de peste y las
contagiosas de carbuncos y secas lo qual se yva acrecentando de manera que la
dicha ciudad se iba despoblando de jente”
A
comienzos del siglo XVII, la principal
medida empleada para defenderse de la peste era el sistemático bloqueo de las
poblaciones, estableciendo cordones sanitarios que los aislasen del contagio.
Romper este aislamiento conllevaba un riesgo al que estaban siendo expuestos
los vecinos de las aldeas de Calahorra quienes se veían obligados a tratar con
las autoridades de la ciudad, quienes abusando de sus prerrogativas entraban en
las aldeas. Así se lo hacen saber al rey:
respeto de ser la dicha ciudad caveça
y jurisdicion desos dichos lugares con la mano de justiçia y razon que tenian
por fuerça y contraria boluntad se entravan en esos dichos lugares socolor y
diciendo que yban a exerçer su jurisdiçion de lo qual podrian resultar muchos
yncombinientes y apestarse esos dichos lugares […] por causa de no guardarse esos dichos lugares
de la gran enfermedad tocase en ellos padeçeria mucho travajo toda aquesa
tierra.
El
miedo a la peste era tan grande que si una población entraba en contacto con apestados
ya nadie quería comerciar con ellos, con lo que al peligro sanitario se unía el
problema económico. Por ello el trato con los vecinos de Calahorra hacía peligrar
no solo la salud de los lugares de Aldeanueva, Rincón de Soto y Murillo, sino
también el comercio de vino y pan que estos realizaban tanto en la comarca como
en tierras alavesas y vizcaínas.
respecto de ser esos dichos lugares tales
aldeas de la dicha ciudad a los vezinos dellos se les ynpidia y estorvaba el
comerçio y entrada en las demás ciudades, villas y lugares comarcanos
[…]
a los vecinos dellos se les quitava el
comerçio con otros lugares y cesavan sus tratos y grangerias de que os benia notable
daño por tener como tenia cada uno desos dichos lugares más de quatrocientos
vecinos y su trato y grangeria hera proveherse de bino y pan todas las montañas
tierras de Alava, Bizcaya y serrania
Por
todo ello solicitan a Felipe III que les diese “licencia y facultad para que os
guardasedes de la dicha ciudad de Calahorra y vecinos y que la justiçia de la
dicha ciudad por fuerça y contra buestra boluntad no entre en esos dichos
lugares socolor de exercer jurisdicion en ellos”
El rey
se muestra favorable a lo solicitado, por lo que el 9 de noviembre de 1600 les
concede concede a los lugares de
Aldeanueva, Rincón de Soto y Murillo, licencia "para que por el tiempo que durare la gran enfermedad de peste en
la dicha ciudad de Calahorra os podais guardar della y sus vecinos y de su trato
y comunicaçion sin que por ello caigais ni yncurrais en pena alguna ni que por
la justiçia de la dicha ciudad en ello os sea puesto enbargo ni ynpidimento
alguno”.
El final de la peste
A mediados de noviembre, a los pocos días de obtener la licencia real, la enfermedad remitió. A
lo largo de diciembre, la vida volvió a normalizarse en la ciudad de Calahorra y
finalmente el 16 de enero de 1601 se declaró la salud de la ciudad.
BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES DOCUMENTALES
GURRÍA GARCÍA, Pedro A. La peste de 1600: En Historia de
Calahorra. Calahorra: Amigos de la Historia de Calahorra, 2011, p. 255-256
LAZARO RUIZ, Merecedes y GURRIA GARCÍA Pedro A. La crisis de
mortalidad en La Rioja (siglos XVI-XVIII). Logroño: Instituto de Estudios
Riojanos, 1989
REAL PROVISIÓN por la que Felipe III concede a los lugares de Aldeanueva, Rincón de Soto y Murillo, licencia para que mientras dure la epidemia de peste en la ciudad de Calahorra, no tengan trato y comunicación con sus vecinos, sin por ello incurrir en pena alguna. 1600, noviembre, 9. Madrid. Original, 1 hoja tamaño folio, sello de placa desaparecido, mala conservación. Archivo Municipal de Aldeanueva de Ebro, Caja 2, carpeta 2
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