El miedo a la introducción de ideas contrarias al
régimen político establecido y una enfermiza moralidad que veía en todo motivo
de pecado y escándalo, hicieron de la censura un elemento habitual de la vida
de los españoles a partir de la década de los cuarenta del siglo XX.
El cine no era ajeno a dicha censura sino muy al
contrario. En Aldeanueva como en el resto de España el empresario del cine
Cervantes antes de proyectar una película, debía solicitar autorización a la
delegación provincial del Ministerio de Información y Turismo.
Con el visto bueno de la autoridad podía llevarse a
cabo la proyección de la película, pero siempre y cuando hubiese sufrido las
convenientes "adaptaciones" ordenadas por la Junta de Clasificación y
Censura.
Así por ejemplo en la película Teodora, antes de su
exhibición debió suprimirse: los planos de la rumba en que se ve el
vientre de la mujer y planos del pajar, la frase “pudiste cometer
un pecado delicioso” y los planos de Teodora y Arcal sentados en la cama,
la escena del baño de Teodora y el masaje en las piernas, la escena en que uno
de la bacanal besa a la mujer y se echa sobre ella, los planos de piernas de
Saida en la cama y los de Juan y ella sentados en la cama y frases referentes a
la virtud de la mujer."
En Si Versalles pudiera hablar se
ordenó la supresión de: la frase "el pobre Cardenal" hasta "el cardenal no
puede comprender". El plano de la favorita del rey arrodillada en un
reclinatorio esperando la visita de aquel. Las referencias y explicaciones de
las misas negras. Todo el baile de máscaras en el jardín del palacio. La
alusión a Voltaire y las palabras de este sobre los jesuitas. La escena del
Cardenal Rohan ante la verja de la casa de madame La Motte, y todo el episodio
del collar de María Antonieta en el que la conducta del Cardenal de Rohan
resulta muy turbia y denigrante para la Iglesia.
La película italiana Pan, amor y... debía
suprimir entre otras cosas: La frase de Sofía "a ver si hay quien lo tenga
más fresco que yo'" o "un primer plano del escote de Sofía después de
quitarse el mantoncillo."
Pero no sólo se cuidaba de lo que se veía y oía en
el cine, sino también de lo que se hacía, por lo que en el cine Cervantes se
difundían avisos como el que sigue:
"En vista de los abusos de inmoralidad que se vienen observando en este cine durante la proyección de películas, se advierte al público que todo aquel que dentro de este local no guarde las debidas formas de moralidad y buenas costumbres, será sancionado con todo rigor sin perjuicio de pasar el tanto de culpa a los tribunales de justicia por escándalo público."
PRADO MARTÍNEZ, Miguel Ángel del (1992). La censura en el cine, La Brujula: Guía informativa de Aldeanueva de Ebro, n. 20 (oct. 1992)
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