domingo, 4 de noviembre de 2012

Olvidado en el Palazzo Vecchio

Es una mañana de agosto en el florentino Palazzo Vecchio, y un vigilante más viejo que el mismo edificio aparece olvidado.

Sólo, derrumbado en una silla en mitad del Palacio o en mitad de la nada, ajeno al devenir de gentes, al tránsito continuo de miradas que desgastan muros, cuadros, puertas y ventanas; hora tras hora, día tras día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año...

Abatido por la rutina, de su cuerpo doblado pende una pesada cabeza que en busca de descanso quiere rodar hacia el suelo, pero en su descenso es detenida por el pulgar de la mano izquierda; un dedo que apuntado hacia arriba marca el destino de este Sisifo contemporáneo: volver a levantar la cabeza, volver a levantar su cuerpo, y continuar vigilando hora tras hora, día tras día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año... esperando una jubilación que nunca llega.

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