martes, 30 de septiembre de 2014

Seguro mutuo contra el pedrisco

Las tormentas de granizo siempre han constituido uno de los riesgos climáticos más dañinos para la actividad agraria y más temidos por los agricultores. Para paliar las pérdidas económicas que ocasionaba, desde el año 1916 la Federación de Sindicatos Agrícolas Católicos de la Rioja con la mediación de los sindicatos locales gestionó un seguro mutuo del que se beneficiaron los agricultores aldeanos.


Los socios interesados en el seguro debían suscribir una póliza en la que figuraba la relación de las fincas a asegurar, su extensión, cultivo y valuación de frutos, abonando un 0’5% del valor asegurado.
Al día siguiente de sufrir una pedregada los socios damnificados debían comunicarlo al sindicato y tres peritos tasadores del sindicato del pueblo más próximo valoraban el daño sufrido.
Fijada la cantidad a indemnizar a cada socio siniestrado, esta se obtenía mediante derrama a los sindicatos que tuvieran este seguro, haciendo los sindicatos lo propio respecto de los socios interesados.
Ningún socio tenía que pagar más del 3’5% del capital que figuraba en su póliza y si algún año la cantidad a indemnizar era mayor que la que se podía reunirse, el fondo resultante se repartía a prorrateo entre los socios damnificados, quienes no tenían derecho a mayor indemnización.

viernes, 26 de septiembre de 2014

1910: escándalo en el sindicato

Entre los años 1909 y 1927 una buena parte de los agricultores de Aldeanueva de Ebro se organizaron en torno al Sindicato Agrícola, lo que les ayudó a afrontar las dificultades económicas del calamitoso inicio del siglo XX.  Entre los servicios que les ofertaba el sindicato estaba el suministro a buen precio de abono mineral concediéndoles el crédito necesario para su adquisición.

 Aldo Mazza.  Superfosfato, 1913

La compra-venta de abono era una actividad que movía mucho dinero dentro del sindicato, con continuas entradas y salidas en caja, un trasiego de dinero que debía estar perfectamente controlado pues de lo contrario existía el riesgo de fraude y de desfalco por parte de los gestores, una situación a la que tuvieron que hacer frente al poco de constituirse el sindicato, cuando en abril de 1910 su presidente Félix Martínez Ruiz era acusado de haberse quedado con dinero procedente de la venta de abono.

Los hechos fueron los siguientes, el socio Telesforo Falcón Martínez había entregado a Félix Martínez Ruiz 120 pesetas en pago de 12 sacos de abono mineral adquiridos al sindicato, una cantidad que supuestamente el presidente no entregó al cajero, por lo que no apareció consignada en los libros contables cuando la Comisión Fiscal reconoció las cuentas.

Informado el Consejo de Administración de esta irregularidad, su vicepresidente Bartolomé Miranda Pastor convocó a los miembros del Consejo y de la Comisión Fiscal a una reunión extraordinaria el 5 de abril de 1910 en la que comparecieron y declararon su presidente Félix Martínez y el cajero José Mª Pastor. El primero reconoció haber recibido el dinero pero afirmó que se lo había dejado a José Mª Pastor en la mesa de su casa, un extremo que fue negado por el cajero.

Tras escuchar a los dos implicados, los miembros del Consejo acordaron que mientras su presidente no acreditase en forma la entrega de las 120 pesetas era el responsable de dicha cantidad, dándole el plazo de un año para que pudiera hacer efectiva la entrega del dinero.

La reacción de Félix Martínez fue la presentación de su dimisión como presidente y la solicitud de baja como socio. Ante la gravedad del hecho, el Consejo de Administración decide convocar a todos los socios a una Junta General para informarles de lo ocurrido y que fueran ellos quienes decidiesen sobre la aceptación de la dimisión del presidente.

El 10 de abril de 1910 el vicepresidente Bartolomé Miranda Pastor abría la Junta General Extraordinaria, cediendo la palabra a  José Mª Rubio Gutiérrez, miembro de la Comisión Fiscal, quien tras un teatral profundo silencio guardado por los socios expuso los hechos, haciendo responsable de “la falta o descuido” o bien al presidente o bien al cajero.

Tras la exposición de José Mª Rubio, el presidente Félix Martínez y el cajero José Mª Pastor hicieron su propia defensa, entrando en una larga disputa que se alargó durante más de dos horas y en la que no llegaron a ningún acuerdo.
Seguidamente se cedió la palabra a los asistentes, haciendo uso de la misma Luis García del Moral, quien defendió a Félix Martínez a quién creía incapaz de sustraer dinero de la caja del sindicato teniendo en cuenta sus antecedentes y “haber demostrado tanto interés y celo en el cumplimiento de su deber y en hacer todos los posibles para que la Sociedad Agrícola de esta villa salga siempre floreciente y vayan en aumento sus intereses”, considerando que todo se debía  a “algún trabacuentas o  error de sumas”. Pero a pesar de estar convencido de su inocencia, opinaba que si el hecho se pusiera en conocimiento de los tribunales  la culpabilidad recaería en el presidente por “el mero hecho de no poder justificar en forma haber hecho dicha entrega”.
Este parecer fue aceptado por los asistentes, quienes vieron la solución en que sin poner en duda la  honradez del presidente del sindicato éste debía entregar las 120 pesetas en el plazo máximo de un año, y dado que no encontraban “culpabilidad alguna de mala fe y si un error de suma o trascuenta” debería seguir desempeñando el cargo de presidente.

Ante la imposibilidad manifestada por el propio Félix Martínez para aceptar o rechazar la propuesta en ese mismo acto por encontrarse “en estado de excitación a causa del mucho rato empleado en la discusión” se le concede un plazo de ocho días para que dé respuesta.

La respuesta del hasta entonces presidente se demoraba sin que se supiera dar solución al problema, por lo que el 4 de mayo de 1910 el Consejo de Administración, reconociendo su incapacidad decide pedir la ayuda de una persona que los instruyese para lo que acudirían a Logroño para “conferencia con don Primo de la Riva como abogado o con otra persona para consultar el caso”.
Tras el envío de varios oficios a Félix Martínez, reclamándole el pago de las 120 pesetas y la entrega de todos los documentos, sellos y demás objetos del sindicato que obrasen en su poder sin obtener respuesta por su parte, finalmente el 10 de mayo el Consejo decide destituirlo del cargo de presidente y comunicarle de oficio que si en el improrrogable plazo de dos días no entregaba la cantidad y objetos mencionados se pondría el asunto en conocimiento del Juzgando.

Aún tuvo lugar una última defensa de Félix Martínez por parte del vocal Demetrio Pastor quien pretendió descargar la responsabilidad en Telesforo Falcón, el socio que había adquirido y pagado los doce sacos de abono, alegando que si éste no acreditaba la entrega del dinero debía ser citado a los tribunales de justicia y no Félix Martínez. Una propuesta que fue rechazada por el resto de los miembros del Consejo.
Tampoco en esta ocasión hizo efectivo el pago reclamado, por lo que el 16 de mayo el Consejo resuelve demandar a Félix Martínez en el Juzgado Municipal a juicio verbal  en reclamación de las 120 pesetas y los efectos y documentos sociales que obraban en su poder. Sin embargo las resoluciones judiciales no fueron las esperadas por el Consejo de Administración, pues tanto la sentencia del Juzgado Municipal de Aldeanueva de Ebro como la posterior del Juzgado de Instrucción de Alfaro fueron favorables a Félix Martínez.