domingo, 23 de noviembre de 2014

La sal, el oro blanco

Olla sin sal, cuenta que no tienes manjar

La sal fue el primer condimento utilizado en la historia de la humanidad y durante siglos ha sido un bien muy preciado fundamentalmente por su función en la conservación de alimentos. La práctica de salar carnes era habitual, sobre todo en el medio rural, donde la carne de la matanza debía conservarse muchos meses. Por su parte la salazón del pescado permitía su consumo en lugares lejanos al de su captura. La sal también llegaba a ser un sustituto de las especias disimulando el estado de descomposición que podían presentar ciertos alimentos. Era además un ingrediente esencial en la preparación de alimentos básicos como el pan o el queso. Su uso no se restringía a la alimentación humana, así la ganadería lanar necesitaba de la sal para alimentar a los rebaños.

Junto a su uso alimentario la sal se empleaba en el tratamiento de pieles y cueros o en la fabricación de jabón y tintes. Así mismo tuvo utilidad médica como tratamiento contra la gota o enfermedades y lesiones de la piel en forma de emplastos y ungüentos por su capacidad cicatrizante.

La importancia y la diversidad de usos hicieron de la sal un producto muy demandado que estimuló un comercio muy intenso desde los lugares donde se producía hasta los núcleos de población y que fue objeto habitual de una especulación que disparaba su precio y dificultaba el abastecimiento regular, duradero y satisfactorio a los consumidores.

Por su relevancia económica la sal estuvo muy controlada y gravada con impuestos y arbitrios. Así a partir del siglo XIV los reyes castellanos establecieron el monopolio del Estado sobre la explotación y el comercio de la sal y se implantaron “alfolís” o almacenes controlados por la Hacienda Real para el abastecimiento de los pueblos con unos límites territoriales definidos y fuera de los cuales los consumidores no podían comprarla.

Las poblaciones además estaban obligadas a adquirir la sal dentro del reino de Castilla y en las salinas que por su ubicación geográfica se hubiera establecido; en el caso de La Rioja Baja la tenían que comprar en Añana. Dando cumplimiento a esta obligación, la sal que se consumía en Aldeanueva de Ebro provenía de los manantiales de salmuera de la localidad alavesa de Salinas de Añana, así gracias al trabajo de Sara Bustos en los protocolos notariales conservados en el Archivo Histórico Provincial de Logroño hemos podido comprobar como en el año 1598 el concejo de Aldeanueva de Ebro se aprovisionó de 200 fanegas de sal en Salinas de Añana: 
En Aldeanueva a 5 de marzo de 1598, Pedro de Guinea, vecino de Salinas de Añana, exhibió sus poderes y recados para cobrar la sal de este lugar y recibió de los alcaldes y regidores 1.500 reales, la mitad de los 3.000 que se le deben de 200 fanegas de sal que este lugar tomó para su provisión. Gil Calvo y Martín González pagaron 650 reales. Juan Muñón y Cosme Lozano pagaron 850 reales. Esta paga se cumplió por Año Nuevo de 1598. (AHPLo., Legajo 6.255, 1597-1598, Sin Foliar 5-3-1598, Sebastián del Moral)

El precio que en esa ocasión tuvieron que pagar los aldeanos por cada fanega de sal fue muy elevado como consecuencia del incrementó de su coste producido en la segunda mitad del siglo XVI, así según los datos aportados por Rosario Porres Marijuán (1) la fanega de sal que se pagaba entre los dos y los tres reales con anterioridad a 1564, pasó a costar seis reales en 1566, llegándose este precio casi a triplicar a finales del siglo, así vemos como el concejo de Aldeanueva tuvo que pagar quince reales por cada fanega de sal en el año 1598.

Y es que la sal alavesa, que ya era una de las más caras de la península, incrementó ostensiblemente su precio cuando en 1564 Felipe II estableció el estanco de este producto. No es por ello extraño que los aldeanos buscarán alternativas a las vías oficiales para la adquisición de este producto básico, encontrandola en en el vecino reino de Navarra donde se podía conseguir una sal no solo más barata sino también “más blanca, más dura y con unas ojuelas más anchas que la de Castilla”.

Este comercio ilegal de sal no era ninguna novedad ya que las villas riojanas habían sido durante siglos la puerta de entrada de la sal navarra a Castilla. Según Rosario Porres Marijuán el contrabando no se había interrumpido jamás, siendo especialmente intenso en Calahorra con quien ya en 1331 había pleiteado Añana alegando que era tal la cantidad de sal que se introducía desde Navarra que los calagurritanos incluso “fazian dello alffolis”, por lo que ese mismo año el rey Sancho autorizó a los vecinos de Añana a embargar la sal y las bestias que se introdujeran desde Navarra y a castigar tanto a los encubridores como a los compradores.

En el siglo XVI el contrabando continuaba siendo una práctica común en las localidades riojabajeñas por lo que Carlos I facultó a la villa alavesa para que pudiera hacer “cala y cata” en esta ocasión en Arnedo a la búsqueda de la vedada sal navarra, autorizando a “prendar e penar” a quienes la tuviesen. 

Nada había cambiado a finales del siglo XVIII, por lo que no resulta extraño que en el año 1786 fueran localizadas en casa de un vecino de Aldeanueva de Ebro cuatro fanegas de sal provenientes del contrabando con Navarra. Según nos dan cuenta Gómez Urdáñez, Ibáñez Castro, Ilzarbe López y Moreno Galilea (2) tras un registro militar dirigido por el capitán de infantería y teniente de cazadores del regimiento provincial de Logroño destinado en la ciudad de Calahorra para la persecución de vagos, contrabandistas y malhechores se descubrió en la casa de Venancio Ruiz “dos sacos con sal blanca de contrabando”, unas cuatro fanegas. El militar ordenó el embargo de los bienes, trasladándose la sal al alfolí de Calahorra bajo la custodia del teniente de visitador de la renta de salinas del partido de la ciudad de Logroño, quien señalará que era “sal cuadrada de la prohibida de Navarra”. Dada la naturaleza del delito se ordenó la captura del contrabandista, un jornalero que según declaración del propio alcalde no estaba en casa, aclarando su mujer que llevaba tres meses fuera del pueblo ganando el jornal.

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(2) Gómez Urdáñez, José Luis; Ibáñez Castro, Juan; Ilzarbe López, Isabel; Moreno Galilea, Diego. "Justicia y orden social: delincuencia y represión del delito en Logroño en el siglo XVIII", Brocar, en prensa.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Técnicas semánticas para la contratación pública

La web del Ayuntamiento de Zaragoza ha puesto a disposición pública un nuevo perfil del contratante que ofrece a los ciudadanos todos los contratos adjudicados por el Ayuntamiento permitiendo la consulta de los adjudicatarios más importantes, el listado de compañías que han trabajado para el consistorio y la relación de contratos según su tipología.


En su apuesta por la web semántica el Ayuntamiento de Zaragoza -en colaboración con la Fundación “Agencia aragonesa para la investigación y el desarrollo”, la Universidad de Zaragoza y la empresa Oesía- ha desarrollado el Proyecto ContSem cuya meta es optimizar la contratación pública incorporando técnicas semánticas a las herramientas utilizadas por las Administraciones públicas para alcanzar los siguientes objetivos: 
  • ayudar a los responsables de compra (administración pública y empresas licitadoras) para mejorar la tramitación de los contratos;
  • perfeccionar la publicidad de licitaciones públicas, potenciando la transparencia, e incrementando la concurrencia de compañías. 


La gestión semántica de los datos necesita vocabularios comunes y, para ello, en el proyecto se ha desarrollado la ontología PPROC, la cual etiqueta semánticamente los perfiles de contratante, facilitando la normalización e interoperabilidad en el ámbito de la Contratación Pública. Dicha ontología permite incluir datos relevantes sobre los procesos de adjudicación de contrato públicos así como la reutilización de la información sobre contratos públicos, tanto por entidades públicas como privadas.

viernes, 14 de noviembre de 2014

¡Vamos a la mesa!: la comida en la Edad Moderna

La mejor salsa del mundo es el hambre y como ésta no falta a los pobres, siempre comen a gusto (El Quijote)
Hasta fechas recientes la monotonía de la dieta y la repetición de las mismas comidas a lo largo de la semana e incluso entre las comidas del mismo día, era la nota característica de la alimentación de toda la población con independencia de las clases sociales a la que perteneciesen. La diferencia entre las clases pudientes y las populares se producía en la cantidad más que en la calidad o la diversidad de los productos consumidos.


La preocupación campesina sobre la alimentación se centraba básicamente en el hecho de que nutriera, que diera sustento y energía para vivir y para trabajar. Con una agricultura de subsistencia eran los ciclos agrarios los que determinaban la disponibilidad de alimentos, por lo que era preciso administrarlos cuidadosamente hasta la siguiente cosecha. Las hambrunas provocadas por las malas cosechas se repetían con frecuencia y a ellas hacían frente aprovechando todo lo que fuera comestible.

Los cereales y más concretamente el pan era el sustento básico y el alimento central de la dieta diaria. Así se ha calculado que el 70 % de la ración calórica de las clases bajas era el pan y las harinas de cereal. El pan se elaboraba con la harina obtenida de diversas clases de grano, siendo el de trigo el de mayor calidad, pero dado su precio estaba reservado a las gentes más acomodadas. El consumido habitualmente por las clases populares era un pan negro hecho con cebada, avena o centeno, solos o mezclados, e incluso se llegaba a utilizar la harina de legumbres como las habas. Junto al pan, otra forma habitual de consumir el cereal era en las sopas de harina, las famosas gachas o farinetas.

En Aldeanueva de Ebro para dar satisfacción a sus necesidades alimenticias, el cultivo del trigo, centeno, cebada y avena era el eje de su agricultura. De sus tierras se obtenía un trigo de buena calidad “especialmente el llamado hembrilla” según se señalaba a mediados del siglo XIX en el Diccionario de Madoz, “que excede en peso al más sobresaliente y granado de Castilla, de suerte que de una fanega suelen resultar 42 panes de 40 onzas cada uno y de exquisito gusto”.

Los cereales eran conservados en los graneros de las casas, moliéndolos a lo largo del año en uno de los dos molinos existentes en el pueblo, el de Machín y el de la Casilla. La harina obtenida de la molienda era amasada en las casas particulares y las tortas de pan convenientemente marcadas eran llevadas a cocer a alguno de los siete hornos del pueblo.

El vino era uno de los ingredientes básicos de la dieta ordinaria y se le consideraba no solo como bebida sino también como alimento y reconstituyente. La importancia de su consumo quedaba reflejada en la costumbre de incluir un azumbre de vino dentro del salario diario de los jornaleros. El vino que se consumía era predominantemente el tinto muy negro y espeso.

El vino era un producto básico que no podía faltar en las casas, por lo que los agricultores de Aldeanueva de Ebro estaban obligados a cultivar viñedo si querían satisfacer sus necesidades. Está constatado que el crecimiento del pueblo corrió paralelo al incremento del cultivo de la vid. El vino era elaborado de manera doméstica en pequeñas bodegas situadas en el interior de los domicilios. La única de importancia era la de la parroquia, donde se elaboraba el 14% del vino de la localidad. Con una producción vinatera destinada al autoconsumo, el único vino que se comercializaba era precisamente el elaborado por la parroquia, vendido en subasta pública.

Tanto el vino como el pan eran producidos para el autoconsumo no comercializándose en el interior del pueblo, así se indicaba en el año 1752: 
En esta villa de ordinario se cogen los frutos de pan y vino suficiente para su abasto y cada cosechero tiene en su casa lo que le conviene de ellos, por lo que por lo regular no suele haber taberna ni panadería determinada.
El cultivo de olivos garantizaba las aceitunas necesarias para conseguir el aceite que se consumía en el pueblo, y que era elaborado en alguno de los dos trujales existentes. En el pueblo se disponía de una tienda, que al igual que la carnicería era municipal y en la que se vendía aceite y pescado.

Muy importantes en la alimentación del mundo rural fueron las legumbres, que se consumían cocidas o transformadas en harina, siendo muy nutritivas y apreciadas por sus cualidades saciadoras. En Aldeanueva de Ebro se producían habas y en menor cantidad garbanzos y arvejones, introduciéndose más tarde las alubias.

Las verduras tampoco faltaban en las mesas, aunque no eran muy apreciadas. Se comían cocidas, asadas, fritas y crudas tanto en ensalada como solas. En Aldeanueva de Ebro las verduras que se cultivaban y por tanto se comían eran berzas, lechugas, escarolas, cebollas y ajos, y ya desde finales del siglo XVII se incorporan verduras procedentes del continente americano como los pimientos y tomates. Más tardaría en popularizarse el cultivo y consumo de las patatas, un producto despreciado como alimento para los humanos y que no se incorporarán a la alimentación hasta mediados del siglo XVIII de la mano de las hambrunas, no es por eso extraño que en el Catastro de 1752 no se haga ninguna referencia a las patatas.

La carne era el alimento más apreciado, si bien su consumo no estaba al alcance de todos, de hecho las clases populares apenas la comían. En cuanto a su tipo, la carne más habitualmente consumida era la de carnero y cerdo, el cabrito era más selectivo y la vaca y el buey eran menos frecuentes. La volatería, bien fuesen aves de caza o aves de corral, era considerada la carne más selecta, más saludable y más tierna, sin embargo los campesinos aunque las criaban sólo de vez en cuando la comían, así habitualmente tenían gallinas para que pusieran huevos pero sólo se las comían cuando ya viejas, bajaba su producción. El consumo de carne se completaba con liebres y conejos, de caza y de corral.
En Aldeanueva de Ebro la principal carne consumida era la carne ovina. Así a mediados del siglo XVIII los 45 pastores que entre mayorales y zagales había en el pueblo pastoreaban unos 1.000 carneros y cerca de 9.000 ovejas churras. La carne de estos animales era vendida en la carnicería de propiedad municipal cuya gestión era arrendada en pública subasta. Los despejos o menuceles sobre todo de carnero eran muy apreciados, por ello no es extraño ver reflejada en la contabilidad municipal como en el año 1572 se le dio de comer a un capitán de armas pan, hígado y vino. Por su parte las cofradías vendían los menuceles de los animales que se comían en sus celebraciones. 

Entre los animales de corral que los vecinos criaban ocuparían un lugar destacado las gallinas y los conejos, pero de ellos no tenemos ningún dato. Sí que sabemos que a mediados del siglo XVIII estaban censados 132 cerdos, por lo que teniendo en cuenta que había unos 1800 habitantes podemos concluir que la carne de este animal no estaba al alcance de todos.

En cuanto al pescado, se consumía en fresco el que se pescaba en las inmediaciones de la localidad. A pesar del dicho de que por Aldeanueva de Ebro no pasa el Ebro, lo cierto es que este río marca su frontera con Navarra, por lo que tradicionalmente sus vecinos se beneficiaron de su pesca teniendo reconocido el derecho privativo de pescar, dando ocupación a alguno de sus vecinos, así por ejemplo en el catastro realizado en 1752 se señala la existencia de un pescador. De sus aguas se obtenían sobre todo barbos y madrillas, así como anguilas. Los aldeanos podían comprar el pescado en la tienda pública.

Dadas las dificultades para el acarreo y comercialización del pescado fresco, para comer otro pescado diferente al obtenido en el río Ebro debían recurrir al pescado seco, las sardinas, el arenque y sobre todo el bacalao serían los principales productos consumidos.

Los árboles frutales era un cultivo marginal en Aldeanueva de Ebro “plantados sin orden pues unos se hallan a las margenes de las piezas y ottros con exttension por ellas” tal y como se señalaba en el año 1752; así entre los ribazos de las fincas había almendros, manzanos, ciruelos, higueras y granados. La fruta obtenida se consumía fresca en su temporada y para poder seguir disfrutándola a lo largo del año se procedía a su secado y conservación en los graneros de las casas.

El dulce era uno de los grandes placeres de la época moderna y el endulzante utilizado era la miel, que en Aldeanueva de Ebro se obtenía de las más de 100 colmenas propiedad de sus vecinos.

A partir de la segunda mitad del XVII y durante todo el siglo XVIII se fue generalizando entre las clases acomodadas el consumo del chocolate. Pero no parece que fuera tan excepcional su consumo, pues de hecho en Aldeanueva de Ebro ya en el año 1752 aparece registrado un “chocolatero”. 

El plato por excelencia era la "olla", guiso muy simple de fácil receta: carne, tocino y verduras, todo junto cocido durante largo tiempo. En Aldeanueva de Ebro a través de la contabilidad tanto municipal como parroquial hemos descubierto los gastos de una serie de comidas, en los que reconocemos los ingredientes de la "olla", así por ejemplo en 1571, al fraile que vino a sermonear el día de San Roque se le preparó una olla de carnero y tocino, el pan y el inexcusable azumbre de vino, completaron su menú.

 Un poco más completa era la olla que preparaban en sus banquetes las distintas cofradías en el siglo XVII, así por ejemplo la cofradía de San Miguel preparaba una enorme olla con 2 vacas, 20 carneros, tocino, mostaza, especias y vinagre, se bebían 9 cantaras de vino y de postre se comían 13 libras de queso. Por su parte la cofradía de San Sebastián el día de su santo patrón del año 1637 se comieron una olla con 9 carneros, 36 conejos, tocino, especias y huevos, regada con 6 cantaras de vino, y de postre naranjas y un queso.

Pero además de la olla ordinaria, se preparaba otra más suculenta para ocasiones especiales, conocida como "olla podrida", a la que además de la carne de vaca o carnero, tocino y verduras, se añadía gallina, cerdo, palomos, perdices, liebres, morcillas, huevos, harina, manteca, garbanzos... Como comidas extraordinarias se estimaba a las pollas, capones, conejos, así como los cabritos asados. Desde el siglo XVII se fue imponiendo el consumo de los dulces y chocolate, así como de las bebidas frías.

Todos estos alimentos, que eran los más apreciados de la época, se ofrecieron en el banquete dado en 1753 al obispo de Calahorra y su comitiva, los cuales se comieron una olla podrida compuesta de 2 carneros, 14 libras de carne de vaca, tocino, 14 perdices, 2 gallinas, 5 capones, 12 pollas, 3 conejos, verduras, 1/2 celemín de garbanzos, 9 docenas de huevos, aceite, manteca, pimienta y azafrán; además se comieron 10 cabritos asados y se bebieron 6 cantaras de vino de pasto y 1 cantara y media de vino rancio; en los postres no faltaron los azucarados, los bizcochos, el chocolate, así como tampoco las bebidas frías. 

BIBLIOGRAFÍA
Pérez Samper, María de los Ángeles. La alimentación catalana en la edad moderna, según el Llibre dels secrets d'agricultura, casa rústica i pastoril de Miquel Agustí
Prats, Joaquín y Rey,Carina. Las bases modernas de la alimentación tradicional
Prado Martínez, Miguel Ángel del. La comida de los siglos XVI al XVIII.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Decálogo del reutilizador de datos abiertos del sector público

En la actividad diaria de la Administración Pública, se generan gran cantidad y variedad de datos con alto valor y gran potencial. Las iniciativas “open data” tienen por objetivo habilitar y facilitar la reutilización de la información del sector público para que repercuta finalmente en la sociedad. El equipo del Proyecto Aporta ha preparado un decálogo que explique los conceptos básicos en materia de datos abiertos y facilite los primeros pasos para todos los agentes –periodistas, infomediarios, entidades privadas y usuarios- que estén interesados en reutilizar dicha información.


Este “Decálogo del reutilizador de datos abiertos del sector público”  aborda los siguientes aspectos:

1. Qué son los datos abiertos. Fuente de información custodiada por los organismos públicos y guiada por una serie de principios que garantizan que se expongan al público en formatos abiertos y estándar y bajo licencias de uso no restrictivas de forma que cualquiera pueda acceder a ellos y reutilizarlos fácilmente.

2. Datos reutilizables: licencias. Listado de las licencias predefinidas y compatibles con los principios open data más frecuentes que determinan las condiciones de uso y las restricciones específicas a la hora de reutilizar la información pública.

3. Dónde encontrar los datos. índice de los catálogos nacionales, regionales y locales donde acceder y descargar los datos abiertos de interés.

4. La calidad de los datos. Normas básicas para aprender a convivir con cierto grado de errores en los datos que vendrán ocasionados en su mayoría por su propio ciclo de vida.

5. Interoperabilidad y estándares. Identificación a los problemas existentes de interoperabilidad en la vertiente técnica, semántica y operativa.

6. Persistencia y volatilidad. Recomendaciones para afrontar que la disponibilidad de los datos no esté garantizada en los términos de uso, produciéndose una discontinuidad en el servicio.

7. Herramientas para el tratamiento de datos. Recorrido por las principales herramientas de scraping, tratamiento de datos, análisis, visualización, creación de mapas y geolocalización, elaboración de series temporales, generación de redes, librerías e interfaces de programación.

8. Formación en el uso de datos. Comunidades nacionales de datos abiertos y eventos open data que tienen lugar en España.

9. Experimentación con datos. Concursos de datos y hackathones que fomentan el desarrollo de soluciones innovadoras basadas en la reutilización de la información pública.

10. El valor de los datos y las oportunidades de negocio. Consejos para la investigación de mercado y conocimiento de las necesidades actuales para el desarrollo de una idea basada en datos abiertos.

De esta manera, el "Decálogo del reutilizador de datos abiertos del sector público" recoge los aspectos más importantes a tener cuenta para dar el salto a reutilizar los datos abiertos para la creación de nuevos proyectos, con fines comerciales o no, pero que seguro que generarán valor que repercuta finalmente en la sociedad.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Resistencia a los juicios de residencia

El juicio de residencia fue el procedimiento de control al que se veían sometidos los oficiales públicos castellanos al finalizar su mandato, y que les obligaba a continuar residiendo en el territorio de su jurisdicción durante un tiempo determinado y a responder de las responsabilidades en que hubieran incurrido como consecuencia de su gestión. Sus antecedentes se remontan a la Edad Media, afianzándose con la llegada al trono de los Reyes Católicos.
 En la Edad Moderna los magistrados que estuvieron sometidos al juicio de residencia en los territorios peninsulares de la Corona de Castilla fueron, particularmente, los corregidores, y simultáneamente, sus tenientes y todos sus subalternos y colaboradores.

El juicio de residencia no sólo examinaba los actos que afectaban al interés directo de la Corona, sino también los que afectaban a los intereses de los particulares que habían estado sujetos a su jurisdicción, utilizándose como un mecanismo para reparar los daños que la administración hubiese causado a los gobernados durante un período determinado. En este sentido para algunos autores la residencia fue un mecanismo efectivo para la defensa de los derechos de los administrados.

Desde que en 1664 Aldeanueva se convierte en una villa independiente librándose de la dependencia tanto de la ciudad de Calahorra como de la de Juan Manuel Íñiguez de Arnedo, se suceden los intentos, sobre todo por parte de este último, por controlar a los cargos municipales mediante el recurso a los juicios de residencia.

El concejo de Aldeanueva supo reaccionar, consiguiendo ya en el año 1671 que la corona prohibiese a los corregidores de Calahorra, Logroño o de cualquier otro sitio tomar residencia a los ministros de justicia de la villa de Aldeanueva. A pesar del mandato real en el año 1676 Juan Manuel Iñiguez de Arnedo intentará tomar residencia al alcalde y demás oficiales de Aldeanueva.

Un año más tarde es el corregidor de Logroño el que pretende tomar residencia a todos los oficiales habidos en Aldeanueva desde el año 1674.

Un nuevo intento se produce en el año 1693 ante el pretendido mal gobierno municipal. Así a instancias de la ciudad de Calahorra, de Juan Manuel Íñiguez de Arnedo o de cualquier otra persona o entidad interesada en el control municipa y que en estos momentos no podemos precisar, en el mes de febrero de 1693, Baltasar García Villalba, Alcalde Mayor de Logroño inicia el juicio de residencia en Aldeanueva.

El concejo reacciona y nombra a un procurador en Madrid para que acuda al Consejo de la Cámara a detener la residencia. Las gestiones del procurador resultan efectivas y el 26 de febrero el fiscal del Consejo de la Cámara pide que el alcalde mayor de Logroño suspenda la residencia en la villa, ya que esta goza de señorío y vasallaje con todas las calidades y prerrogativas.

El 2 de marzo de 1693 el Consejo de la Cámara ratifica la petición del fiscal y emite una provisión por la que manda a Baltasar García Villalba, alcalde mayor de Logroño el cese de la residencia.

Una semana más tarde, el procurador del concejo envía desde Madrid un informe en el que da cuenta de las gestiones que ha realizado y les advierte del riesgo de que se pueda volver a repetir el intento de realizar un juicio de residencia, por lo que les recomienda que para salvaguardar los intereses de la villa no esperen a que se la impongan y que soliciten su realización “en toda forma en conformidad de las cédulas de su majestad” y de esa manera podrán demostrar su buena gestión.

DOCUMENTOS

1671, mayo, 31. Madrid
Cédula real por la que la reina gobernadora doña Mariana, manda a los corregidores de Calahorra, Logroño o de cualquier otro sitio, no entrometerse en tomar residencia a los ministros de justicia de la villa de Aldeanueva de Ebro. 
Archivo Municipal de Aldeanueva de Ebro, caja 1 4 fol. 11

1676, marzo, 19. Calahorra
Oficio de Manuel Llorente, regidor de Aldeanueva a Francisco Cabeza de Vaca Quiñones, corregidor de las ciudades de Calahorra, Logroño y Alfaro, denunciando a Juan Manuel Iñiguez de Arnedo, intentar tomar residencia al alcalde y demás oficiales de Aldeanueva de Ebro 
Archivo Municipal de Aldeanueva de Ebro, caja 1 4 fol. 13

1677, enero, 19. Aldeanueva de Ebro
Protesta de los vecinos de Aldeanueva de Ebro, contra el corregidor de Logroño por pretender tomar residencia a todos los oficiales habidos en Aldeanueva desde 1674.
Archivo Municipal de Aldeanueva de Ebro, caja 4-11

1693, febrero, 26. Madrid
Suspensión de la residencia del alcalde mayor de Logroño en la villa de Aldeanueva determinada por el fiscal José de la Sesma, al tener la villa señorío y vasallaje con todas las calidades y prerrogativas.
Archivo Municipal de Aldeanueva de Ebro, caja 4-12

1693, marzo, 2. Madrid Provisión del Consejo de la Cámara por la que manda que Baltasar García Villalba, alcalde mayor de Logroño cese de tomar la residencia a la villa de Aldeanueva de Ebro.
Archivo Municipal de Aldeanueva de Ebro, caja 1-9 

1693, marzo, 9. Madrid Informe del procurador de la justicia y regimiento de la villa de Aldeanueva ante el Consejo de la Cámara sobre el juicio de residencia que pretendía realizar el alcalde mayor de Logroño. Archivo Familia Ruiz de Bucesta 


Transcripción

Manifiesto a sus mercedes con sumo gusto el afecto con que deseo asistir a todo lo que fuese de la mayor conveniencia de sus mercedes como lo ejecute en todas las ocasiones que convinieron a sus mercedes y fueron servidos de emplearme en su servicio.
El negocio que ha venido a solicitar D. Juan Francisco Giménez de la residencia de esa villa ha salido muy bien ---- de grado mucho haya muy bien despachado que -– habían de hacer mucha fuerza en el Consejo las veces que de que no se había tomado residencia en tantos años y en consecuencia de cuyas noticias – posible que de comisión – que la villa estaba muy mal gobernada y que era necesaria la residencia nos ha sido servido de persuadir a los señores [del Consejo] de lo contrario, y lo ha ayudado mucho el señor fiscal del Consejo que conoció la -– de la villa en su respuesta y juntamente la buena voluntad del alcalde mayor de Logroño y de otros hicieron intencionadamente que con los pretextos que han querido consiguieron ¿imponer? Su conveniencia a costa de la villa y ya que ahora no han conseguido se puede ¿esperar? Repitan las mismas quejas y otras mayores y todo esto se puede remediar con que la villa disponga se tome la residencia en toda forma, en conformidad de las cédulas de su magestad y de ella constará el buen proceder de los ministros que han sido de justicia y del buen cobro de los propios de la villa y en que se han gastado.
Dios guarde muchos años como yo se lo deseo.
Madrid a 9 de marzo de 1693
Firma
Señores justicia y regimiento de la villa de Aldeanueva