lunes, 23 de febrero de 2015

De Aldeanueva de Ebro a América: la emigración en el primer tercio del siglo XX

En el primer tercio del siglo XX, 108 vecinos de Aldeanueva de Ebro, siguiendo el mismo camino que recorrieron casi 5 millones de españoles, emigraron al continente americano en busca de nuevas oportunidades. El 41 % de estos aldeanos saldrán del pueblo entre los años 1908 al 1913, un periodo crítico en la localidad coincidente con la etapa de máxima demanda de inmigración europea en países como Argentina.

Está emigración afecto a un escaso 4% de la población de Aldeanueva de Ebro, teniendo apenas repercusiones en el balance demográfico del periodo. Si en al año 1900 la población se cifraba en 2753 habitantes, en el año 1930 estaban censados un número prácticamente igual: 2749 habitantes.

Las causas de la emigración

Detrás de esta emigración se encuentra la huida del paro y la miseria que se había enseñoreado de Aldeanueva de Ebro como consecuencia de la plaga de filoxera que a comienzos del siglo XX arrasó con la práctica totalidad de su viñedo, la principal riqueza del pueblo, así las 1100 hectáreas existente en el año 1899 quedaron reducidas a 180 hectáreas en 1909. De este modo los jornaleros que hasta entonces habían trabajado en las abundantes tareas que requerían las viñas a lo largo de todo el año quedaban desempleados y sin ninguna fuente de ingresos.

La salida a su mísera situación la vieron muchos jornaleros aldeanos en las tierras américanas al conocer las oportunidades económicas que se les ofrecía a través de las cartas de familiares y amigos que ya se encontraban en América o por los relatos de los vecinos retornados -en algunos casos enriquecidos- y cuya aventura soñaban con imitar. Al comparar los salarios o las oportunidades de acceso a tierra libre y fértil existentes en la otra orilla del Atlántico con sus niveles de paro y miseria, en muchos hogares de Aldeanueva de Ebro se tomó la decisión de invertir sus pequeños ahorros en la emigración de alguno de sus miembros.

Otro factor que les ayudó a tomar la decisión para salir del país fue la obligatoriedad de realizar un servicio militar que duraba tres larguísimos años y en los que las economías familiares quedaban privadas de la mano de obra y los ingresos de sus miembros más jóvenes. El pago al Estado de elevadas cantidades o el reemplazo por otro joven que eran las formas legales de evitar el servicio militar no estaban al alcance de las clases bajas, por lo que la emigración clandestina era la salida que les quedaba a los jóvenes jornaleros aldeanos que quisieran librarse de esta carga. De los 85 varones aldeanos que emigraron a América, 37 fueron declarados prófugos, es decir un elevado 43,5 %.

Quienes eran los emigrantes

El perfil del emigrante a América era el de un varón, joven (entre los 14 años y la edad de incorporarse al servicio militar) soltero y en búsqueda de nuevas oportunidades de trabajo. En el caso concreto de Aldeanueva de Ebro vemos que en su mayoría son jóvenes de entre 18 y 20 años, en el caso de los varones el de mayor edad tenía 23 años. Las mujeres emigraban con algo más de edad, de hecho las dos personas mayores que salieron de Aldeanueva hacia América fueron dos mujeres que tenían 27 y 29 años respectivamente. 

En cuanto al sexo, este era mayoritariamente masculino, siendo 85 hombres (78,7%) frente a solo 23 mujeres (21,3%). Por lo que respecta a su estado civil, dada su juventud, en su mayor parte eran solteros.

La mayoría realizaban el viaje solos sin ningún otro miembro de su familia, así lo hacen el 56,5% de los aldeanos emigrantes. En los casos que salieron varios miembros de la misma familia la forma en que lo hicieron fue dos hermanos varones (así lo hacen 24 aldeanos), dos hermanas (así lo hacen 6 aldeanas), también llegaron a salir un hermano y una hermana y en otra ocasión tres hermanos varones.

Las reunificaciones familiares también se produjeron, así hasta tres familias aldeanas se trasladaron al completo hasta América para reencontrarse con el cabeza de familia que ya había emigrado con anterioridad.

Una parte importante de los jóvenes aldeanos emigraron de manera estacional, en función de las circunstancias del mercado de trabajo tanto en el pueblo como en el país de destino, regresando después a Aldeanueva de Ebro. 

Los países de destino

Argentina fue el país de preferencia de los aldeanos, y allí se dirigieron 62 de ellos, es decir el 57,5%. Se trataba de un país en expansión con una fuerte demanda de mano de obra en el sector primario que trataba de cubrir sus necesidades con emigrantes europeos a quienes les ofrecían muchas facilidades. Así por ejemplo los que llegaban a Buenos Aires disponían de un Hotel de Inmigrantes en el que tenían derecho a manutención y alojamiento por unos días; además les facilitaban el transporte y la colocación de quienes lo necesitasen. No es por ello extraño que esta ciudad fuera el destino habitual de los emigrantes aldeanos.

Chile, Méjico, Puerto Rico, Cuba, Venezuela y Paraguay fueron otros de los destinos de los aldeanos, pero ya a mucha diferencia, pues solo 11 de ellos emigraron a estos países.

Por otra parte, hay 35 aldeanos de los que no sabemos a que país americano en concreto se dirigieron.

Cómo iban a América

Cargados con un hatillo o un baúl de emigrante la salida de casa era el comienzo de una serie de aventuras y calamidades.

Para realizar el viaje a América los emigrantes acudían a un puerto determinado en función de su proximidad geográfica, el precio de los pasajes y las rutas que permitieran llegar de la manera más directa posible al lugar de destino. Los aldeanos elegían mayoritariamente los puertos de Santander, Bilbao y Barcelona.

Una vez allí debían esperar la salida del barco en modestas posadas o en el peor de los casos al raso en la periferia de las ciudades, viendo disminuir sus escasos ahorros cada día de retraso en la partida.

Los pasajes eran caros, así el precio del billete hasta Buenos Aires rondaba las 200 pesetas, por lo que solo se podían pagar gracias a la solidaridad familiar o/y mediante el endeudamiento.

Además del pago del pasaje el emigrante para salir del país debía reunir una serie de requisitos. Así entre los documentos necesarios estaba la cédula personal o pasaporte, el certificado de buena conducta y el de no estar procesado ni cumpliendo condena, el certificado de hallarse libre de toda responsabilidad de quintas o de haber pagado el depósito correspondiente, autorización ante notario de padres y tutores para las mujeres menores de 23 ó 25 años (dependiendo de las épocas), autorización del marido para mujeres casadas.

Las autoridades intentaban controlar la salida tanto de los varones jóvenes en edades próximas a su llamada a filas como de las mujeres sin autorización del padre, tutor o marido. Para burlar estas exigencias se podía acudir a falsificadores de documentos e intermediarios de todo tipo. En otras ocasiones se optaba por salir desde puertos extranjeros e incluso embarcarse en altura.

El trayecto hasta América solía durar 2 semanas y se realizaba en enormes barcos de vapor propiedad de grandes compañías de navegación que competían por atraer a los viajeros. Uno de los vapores que hacía ruta a Buenos Aires era “El Chili”, en el que se embarcarán varios aldeanos.

 En los barcos existían cuatro clases, de las cuáles la última se denominaba “emigrante”. Esta no disponía de ninguna comodidad, ni siquiera de camarotes. Los pasajeros debían distribuirse en centenares de literas dispuestas en los entrepuentes de las bodegas. Oscuridad, hedor, humedad y un ruido infernal es a lo que daba derecho un pasaje en clase emigrante. O, como alternativa, un viaje a la intemperie. Con unas condiciones tan duras eran frecuentes las enfermedades, epidemias, cuarentenas e incluso los fallecimientos.

______________________
Fuentes de información

Relación de emigrantes de Aldeanueva de Ebro a América, en Emigrantes riojanos a América: 1880-1936 / Alonso Ramos, Pedro A. Gurría García, Mercedes Lázaro Ruiz


Tener un tío en América, la emigración riojana a ultramar (1880-1936) / Pedro A. Gurría García, Mercedes Lázaro Ruiz

viernes, 6 de febrero de 2015

El difícil arranque del siglo XX

La agricultura y más concretamente el cultivo de cereales y de la vid ha sido durante siglos la base económica de los habitantes de Aldeanueva de Ebro, por lo que su situación socioeconómica ha estado marcada por el devenir de estos cultivos, alternando épocas de bonanza con otras más desfavorables, y en este devenir las últimas décadas del siglo XIX estuvieron marcadas por la bonanza producida por la creciente demanda de vino tras la destrucción del viñedo francés atacado por el oído y la filoxera.
Los beneficios económicos del vino llevaron a los agricultores aldeanos a aumentar la plantación de viñas de manera que las 151 hectáreas cultivadas en 1861 se convirtieron en 1100 hectáreas en el año 1899, a las que había que sumar las 1650 hectáreas plantadas en los pueblos vecinos. Para atender a la nueva producción el pueblo se llenó literalmente de bodegas en las que se llegaban a elaborar 300.000 cántaras de vino. Hasta 70 bodegas de distintos tamaños se llegaron a contabilizar en el año 1889, 29 en edificios dedicados de manera exclusiva para bodegas y el resto dentro de las casas o compartiendo espacio con corrales o/y pajares. De los 12 cosecheros de vino recogidos en el Anuario de Comercio del año 1881 se pasará a los 33 entre los años 1888 y 1899. Nuevos profesionales como los cuberos empiezan a desarrollar su actividad en la localidad, el primero de ellos Anselmo Goicochea ejercerá como cubero desde 1882, y a partir de 1886 también lo harán Ramón Echevarría, Miguel Zubeldia y Robustiano Varea.

Aldeanueva de Ebro era considerada una villa rica en la que viticultores y vinateros obtenían importantes beneficios y los jornaleros conseguían trabajo en las abundantes tareas que requerían las viñas a lo largo de todo el año. Pero en las mismas puertas del siglo XX la plaga de filoxera hundió su pujante economía.

En el verano de 1899 se detectaban los primeros casos de filoxera en La Rioja y en diciembre ya había llegado a los campos aldeanos. Los efectos de este insecto eran letales para las viñas, así una vez instalado en las raíces de una cepa, ésta moría irremediablemente en un plazo que oscilaba entre los dos y los cuatro años. La propagación de la plaga se producía de forma rapidísima. Tras ensayar de manera infructuosa distintos medios para combatir la plaga, se comprobó que el único método útil era el arranque de las viñas filoxeradas y la plantación de barbados o portainjertos de vid americana, que a diferencia de las variedades europeas eran resistentes al insecto. Tras las lógicas vacilaciones para adoptar una medida tan drástica, finalmente los viticultores aldeanos comenzaron a arrancar sus viñas, desapareciendo en el plazo de 10 años 920 hectáreas de viñedo, quedando su extensión reducida a tan solo 180 en el año 1909.

La situación pronto comenzó a ser angustiosa pues al arranque de las viñas se unió las malas cosechas de cereales. Aún no habían pasado tres años de la detección de los primeros casos de filoxera cuando en el verano de 1902 el alcalde y la Junta de Mayores Contribuyentes acuden al Ministro de Hacienda solicitándole la rebaja al mínimo del tipo impositivo pagado en el impuesto de consumos. En dicha solicitud presentan una imagen desoladora del pueblo: 
Precaria por demás es la actual situación de esta en otros tiempos rica villa de La Rioja baja, mermadas considerablemente las cosechas de cereales efecto de las pertinaces sequías, perdida en gran parte y muy pronto será en su totalidad su riqueza vitícola por el alarmante desarrollo de la filoxera e infecundas estas feraces tierras para otra clase de cultivo por carecer en absoluto de aguas para el riego, el porvenir que les espera a estos moradores no puede ser, excelentísimo señor más oscuro y problemático.

Abrumados bajo la impresión de miseria tanta, el propietario apenas puede contribuir a las cargas del Estado ni del municipio y el infeliz obrero vese privado del mísero jornal e imposibilitado de atender a las más perentorias necesidades de la vida, viéndose en el duro trance de abandonar su pueblo nativo y buscar en otro más afortunado el sustento para si y para su familia.
En 1904 la sequía y la filoxera ya habían arruinado la agricultura aldeana
la pertinaz sequía se ha encargado de dejar yermos nuestros fértiles campos hasta el punto de poder permitir la entrada del ganado lanar en las heredades sembradas de cereal por no llegar el fruto a su estado de desarrollo para poderlo recoger.

Por otra parte la última cosecha de vino ha sido tan insignificante y tan marcada su depreciación en el mercado, que sus escasos productos, aunque los obtuviera, no remunerarían ni en pequeñísima proporción los cuantiosos dispendios y enormes tributos que gravitan sobre estos pobres labradores.

La devastación del viñedo por la terrible plaga filoxérica avanza rápidamente; ya no es un término determinado el invadido si no que se ha enseñoreado de toda nuestra principal riqueza sumiéndonos en la mayor miseria. Y como si esto fuera poco, la benéfica suspirada lluvia no ha saturado nuestros sedientos campos de la necesaria humedad hace ya dos años no habiéndose podido por tal motivo llevar a efecto las operaciones de sementera, agravándose extraordinariamente la aflictiva situación.
Ante esta situación la Junta de Mayores Contribuyentes se dirigió al Ministro de Hacienda solicitándole que “para aliviar en algún tanto la grande miseria que aflige a este vecindario se digne conceder alguna cantidad del fondo de calamidades públicas por creer ser de justicia lo que se pide a fin de socorrer a los más necesitados” advirtiéndole de los riesgos de alteraciones sociales que se podían llegar a producir:
Las autoridades locales, Excelentísimo señor, solicitas por el bien de sus administrados, escuchan llenos de pena el incesante clamoreo de un pueblo que agoniza, pero carecen de todo recurso material para solucionar este grave conflicto; y si el gobierno de S.M. no acude con urgencia a remediar esta apremiante necesidad, puede esperarse con fundado temor, que estos habitantes de suyo pacíficos, resignados y sufridos, careciendo de pan y de abrigo en la estación más cruel, sin ningún medio de vida en el presente, perdida toda confianza en el porvenir y aguijoneados por el horrible fantasma del hambre, exterioricen su malestar promoviendo en algún día, tal vez demasiado cercano, serias manifestaciones, precursoras de disturbios locales de entrañable gravedad.
Paro, hambre, miseria, emigración son las nuevas realidades para los jornaleros aldeanos, enormes dificultades para los pequeños propietarios y una fuerte reducción de su capacidad económica para los labradores y mayores propietarios. Como contestación a esta pluralidad de situaciones se desarrollarán distintas propuestas asociativas unas de carácter político, otras de defensa de los intereses de la clase obrera o propietaria y por supuesto también una de carácter agrario. La participación de los aldeanos en alguna de estas agrupaciones dependería tanto de su situación socioeconómica y laboral, como de sus experiencias previas, de las expectativas que le ofrecían, o las relaciones y lazos de amistad o de interés que tuviera establecidas.

PRADO MARTINEZ, Miguel Ángel del. “El sindicalismo agrario en Aldeanueva de Ebro en las primeras décadas del siglo XX”. En Aldeanueva Histórica (en prensa)