Desde el pasado 19 de diciembre hasta el 6 de enero de 2004, se ha desarrollado en Aldeanueva de Ebro un acontecimiento cultural sin precedentes, la exposición pictórica de Miguel Ángel Sainz alojada en la iglesia parroquial de San Bartolomé. La exposición, enmarcada dentro de los actos conmemorativos del primer aniversario de su muerte, nos ha permitido acercarnos a una faceta menos pública y conocida de su quehacer artístico, la pintura, pero sobre todo nos ha posibilitado hacer un viaje “milagroso” al complejo y fascinante mundo de Miguel Ángel.
La pasión que Miguel Ángel tenía por la iglesia de Aldeanueva y el conocimiento milimétrico de cada una de sus capillas, de sus retablos, de sus rincones aparentemente más insignificantes se manifestaron en la restauración que dirigió de su interior. Con un respeto escrupuloso a la esencia del edificio fue capaz de redefinir sus espacios, logrando un todo armónico en el que cada una de las piezas que lo han ido conformando a lo largo de los siglos encajan a la perfección, complementándose para crear un conjunto lleno de luminosidad y armonía, y en el que brilla con luz propia el mobiliario diseñado por el propio Miguel Ángel. Y es en este marco, donde pudimos emocionarnos con sus pinturas.
La exposición constaba de 25 cuadros dispuestos alrededor de toda la iglesia, y en los que pudimos comprobar la calidad técnica de Miguel Ángel, pues tal y como se señala en el catálogo de la exposición era “un prodigio en el dibujo, dominando todas las técnicas de pintura, aprovechando al máximo las características de cada una: del óleo su calidez, del acrílico su soltura, del grafito y acrílico su detalle, del grafito sobre blanco su textura, del poliéster sobre grafito y acrílico su misterio”.
El objeto fundamental de los cuadros expuestos era la figura humana: rostros y cuerpos de personas, algunos claramente identificables como su madre, su hermano, su sobrina, su autorretrato. Algunos de una extremada dulzura como el retrato de su madre, otros inquietantes como Rostro de mujer I y Rostro de mujer II, pero en todos ellos se resaltaba la dignidad humana. Cuadros de pequeño formato como “Tibierita” (30 x 20 cm.) alternaban con otros de gran formato como el espectacular “Emaús” formado por dos tablas y que presidía la exposición a los pies del altar mayor de la iglesia.
El objeto fundamental de los cuadros expuestos era la figura humana: rostros y cuerpos de personas, algunos claramente identificables como su madre, su hermano, su sobrina, su autorretrato. Algunos de una extremada dulzura como el retrato de su madre, otros inquietantes como Rostro de mujer I y Rostro de mujer II, pero en todos ellos se resaltaba la dignidad humana. Cuadros de pequeño formato como “Tibierita” (30 x 20 cm.) alternaban con otros de gran formato como el espectacular “Emaús” formado por dos tablas y que presidía la exposición a los pies del altar mayor de la iglesia.
Su principal fuente de inspiración es el mundo mitológico clásico y cristiano, que los hace confluir de modo natural para dar una explicación coherente, un sentido trascendente a nuestras vidas. A su lado la naturaleza, los paisajes que le vieron nacer y crecer conforma su universo artístico y vital: el monte Agudo, los viñedos, los olivos de los alrededores de Aldeanueva...
La exposición se completó con un bello catálogo que recoge 9 de las obras expuestas y una breve semblanza biográfica de Miguel Ángel.
Sólo cabe dar la enhorabuena a los organizadores por el cúmulo de aciertos cosechados y esperar que este tipo de actos se pueda repetir.
Sólo cabe dar la enhorabuena a los organizadores por el cúmulo de aciertos cosechados y esperar que este tipo de actos se pueda repetir.
1 comentario:
Para ver la exposición permanente visite la web Pinacoteca Juan Manuel Sáinz
Publicar un comentario