lunes, 14 de octubre de 2013

Aldeanueva de Ebro frente a la peste en el año 1600

La peste en La Rioja

En el cambio del siglo XVI a XVII se produjo una de las epidemias de peste que con mayor virulencia atacó a la Corona de Castilla. La Rioja se vio alcanzada por la epidemia en la primavera de 1599 procedente de Navarra, propagándose inicialmente por el camino de Santiago. Los embates más virulentos tuvieron lugar entre el verano y otoño de 1599 afectando principalmente a los núcleos urbanos y a las comarcas más pobladas de la Rioja Media y Alta. Al año siguiente, la epidemia adquirió una mayor difusión, alejándose de la ruta jacobea.


La peste llega a Calahorra

A principios de septiembre de 1600 se detectaron los primeros casos en la ciudad de Calahorra, el día 20 de septiembre se procedió a quemar enseres y a evacuar determinadas casas  por sospechas de un contagio, pero no será hasta el 15 de octubre cuando se reconozca abiertamente la existencia de la peste. A partir de entonces se dará asistencia a pobres, enfermos y convalecientes en hospitales y casas habilitadas, se quemarán las ropas de los apestados, el cabildo organizará rogativas. Días después, se estableció un estricto aislamiento de los enfermos. Ante la propagación de la peste, las autoridades civiles y eclesiásticas así como las personas principales huyen de la ciudad, las instituciones funcionan con dificultad, se suceden los robos y saqueos en heredades y viviendas abandonadas…

La reacción de las aldeas de la ciudad                    

Para defenderse del riesgo de contagio, los vecinos de Aldeanueva, Rincón de Soto y Murillo, aldeas de la ciudad de Calahorra buscan el auxilio de Felipe III, exponiéndole al monarca como en Calahorra “desde mediado de mes de setiembre pasado deste año en la dicha ciudad avia tocado la enfermedad de peste y las contagiosas de carbuncos y secas lo qual se yva acrecentando de manera que la dicha ciudad se iba despoblando de jente

A comienzos del siglo XVII, la  principal medida empleada para defenderse de la peste era el sistemático bloqueo de las poblaciones, estableciendo cordones sanitarios que los aislasen del con­tagio. Romper este aislamiento conllevaba un riesgo al que estaban siendo expuestos los vecinos de las aldeas de Calahorra quienes se veían obligados a tratar con las autoridades de la ciudad, quienes abusando de sus prerrogativas entraban en las aldeas. Así se lo hacen saber al rey:

respeto de ser la dicha ciudad caveça y jurisdicion desos dichos lugares con la mano de justiçia y razon que tenian por fuerça y contraria boluntad se entravan en esos dichos luga­res socolor y diciendo que yban a exerçer su jurisdiçion de lo qual podrian resultar muchos yncombinientes y apestarse esos dichos lugares […] por causa de no guardarse esos dichos lugares de la gran enfermedad tocase en ellos padeçeria mucho travajo toda aquesa tierra.

El miedo a la peste era tan grande que si una población entraba en contacto con apestados ya nadie quería comerciar con ellos, con lo que al peligro sanitario se unía el problema económico. Por ello el trato con los vecinos de Calahorra hacía peligrar no solo la salud de los lugares de Aldeanueva, Rincón de Soto y Murillo, sino también el comercio de vino y pan que estos realizaban tanto en la comarca como en tierras alavesas y viz­caínas.

respecto de ser esos dichos lugares tales aldeas de la dicha ciudad a los vezinos dellos se les ynpidia y estorvaba el comerçio y entrada en las demás ciudades, villas y lugares comarcanos
[…]
a los vecinos dellos se les quitava el comerçio con otros lugares y cesavan sus tratos y grangerias de que os benia notable daño por tener como tenia cada uno desos dichos lugares más de quatrocientos vecinos y su trato y grangeria hera proveherse de bino y pan todas las montañas tierras de Alava, Bizcaya y serrania

Por todo ello solicitan a Felipe III que les diese “licencia y facultad para que os guardasedes de la dicha ciudad de Calahorra y vecinos y que la justiçia de la dicha ciudad por fuerça y contra buestra boluntad no entre en esos dichos lugares socolor de exer­cer jurisdicion en ellos

El rey se muestra favorable a lo solicitado, por lo que el 9 de noviembre de 1600 les concede concede a los luga­res de Aldeanueva, Rincón de Soto y Murillo, licencia "para que por el tiempo que durare la gran enfermedad de peste en la dicha ciudad de Calahorra os podais guardar della y sus vecinos y de su trato y comunicaçion sin que por ello caigais ni yncurrais en pena alguna ni que por la justiçia de la dicha ciudad en ello os sea puesto enbargo ni ynpidimento alguno”.

El final de la peste

A mediados de noviembre, a los pocos días de obtener la licencia real, la enfermedad remitió. A lo largo de diciembre, la vida volvió a normalizarse en la ciudad de Calahorra y finalmente el 16 de enero de 1601 se declaró la salud de la ciudad.


BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES DOCUMENTALES

GURRÍA GARCÍA, Pedro A. La peste de 1600: En Historia de Calahorra. Calahorra: Amigos de la Historia de Calahorra, 2011, p. 255-256

LAZARO RUIZ, Merecedes y GURRIA GARCÍA Pedro A. La crisis de mortalidad en La Rioja (siglos XVI-XVIII). Logroño: Instituto de Estudios Riojanos, 1989

PRADO MARTÍNEZ, Miguel Ángel del (1992). Aldeanueva frente a la peste en el año 1600, La Brújula: Guía informativa de Aldeanueva de Ebro, n. 11 (en. 1992)

REAL PROVISIÓN por la que Felipe III concede a los luga­res de Aldeanueva, Rincón de Soto y Murillo, licencia para que mien­tras dure la epidemia de peste en la ciudad de Calahorra, no tengan trato y comunicación con sus vecinos, sin por ello incurrir en pena alguna. 1600, noviembre, 9. Madrid. Original, 1 hoja tamaño folio, sello de placa desa­pareci­do, mala conservación. Archivo Municipal de Aldeanueva de Ebro, Caja 2, carpeta 2

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