lunes, 7 de octubre de 2013

La construcción de una bodega en el siglo XIX

Construir una bodega nunca ha sido una empresa fácil, y es que incluso las más modestas construidas en el interior de las casas en las que se elaboraba el vino para el autoconsumo familiar, implicaban una inversión económica que no estaba al alcance de todas las familias. Evidentemente cuando se superaba este marco doméstico y se proponían construir una bodega en la que elaborar vino para el mercado, se disparaban los costos y era necesariro emprender un proceso complejo que podía implicar desde la consecución de financiación, a la adquisicón del terreno en el que construir la bodega, proyectar la obra, conseguir las licencias oportunas, contratar al personal encargado de ejecutar la obra, adquirir los útiles y la maquinaria necesaria...

Gracias a un interesante expediente conservado en el Archivo Parroquial de San Bartolomé de Aldeanueva de Ebro podemos conocer con detalle todo el proceso que siguió su Cabildo Eclesiástico en la primera mitad del siglo XIX para poder construir una bodega.


La bodega, una necesidad para el cabildo

El Cabildo Eclesiástico de Aldeanueva de Ebro al no disponer de una bodega propia, había conseguido licencia del obispado de Calahorra para depositar la uva que los fieles le diezmaban en la bodega de la Fabrica de la Iglesia Parroquial de San Bartolomé, pagando por ello una cuota o retribución. Pero esta era una solución transitoria hasta que el Cabildo pudiera construir la suya.

Un sitio donde construir la bodega

La ocasión para la construcción de la bodega se les ofrecio en el año 1831 al proporcionárseles “un sitio que concilia los intereses de este cabildo con la comodidad de los diezmantes”. Se trataba de un corral descubierto del que no se nos da más información que su vecindad al corral de Don Claudio. Ya con un lugar acorde a sus necesidades, el Cabildo reunido el 16 de marzo de 1831 acordó iniciar las diligencias para construir la bodega.

La difícil financiación

Construir una bodega conllevaba unos gastos muy elevados por lo que lo primero que tuvo que hacer el Cabildo fue conseguir dinero. La primera opción que barajó fue la de tomar a censo dinero para dicha obra, es decir pedir un préstamo; pero pronto encontraron otra solución que les evitaría empeñarse: reclamar a la Fabrica la devolución de los 10.010 reales que le había prestado en el año 1824 y por lo que le venía cobrando una renta anual de 310 reales y 10 maravedís.

Para este próposito era precisa la autorización del obispado de Calahorra, quien además debía concederle la licencia para la ejecución de la obra. Es por ello que el primer día del mes de julio de 1831 el Cabildo concede poderes plenos al doctor Lucas López, cura propio de Aldeanueva de Ebro para que practique las diligencias necesarias ante el Tribunal Eclesiástico del obispado.

De esta manera se inició un proceso que supuso el nombramiento de un procurador ante el Tribunal Eclesiástico de Calahorra, quien dará traslado de la solicitud del Cabildo. Antes de adoptar una resolución, el Tribunal pidió información al cura de Rincón de Soto, quien el 12 de julio les detalló la situación económica de la Fábrica y del Cabildo de Aldeanueva de Ebro, la naturaleza del préstamo realizado en el año 1824, la situación en la que quedaría la Fábrica si hiciese frente a la devolución del préstamo; así mismo le informó de la obra que se quería ejecutar y del costo que podía connlevar.

A la vista del informe del cura de Rincón de Soto el fiscal del Tribunal consideró que se debía “acceder al reintegro y facultad que se pide”. Pero finalmente el Provisor y Vicario General del Obispado de Calahorra solo accederá de manera parcial a lo solicitado, otorgando el 17 de julio de 1831 licencia para que el Cabildo Eclesiástico de Aldeanueva de Ebro recibiese de la Fabrica de la iglesia 4.000 reales en devolución de parte de los 10.010 reales que le cedió y para que los inviertiera en la construcción de una bodega.

La construcción de la bodega

Conseguida una parte del dinero necesario y con la autorización para la obra, ya se pudo comenzar la construcción de la bodega.

El proyecto, la planificación y valoración de las obras fue realizado por el arquitecto y maestro albañil, Pedro Monasterio, vecino de Azagra. El navarro además se encargaría de la dirección de las obras, atendiendo a cuantas consultas fueron necesarias. De la ejecución material se encargaron Facundo Ocón Arnedo y Pedro Merino, maestros alarifes de Aldeanueva de Ebro.

La obra consistió en el cerramiento y acondicionamiento de un corral sin techumbre y con paredes de adobe. Se derribó la pared de adobe de la fachada y se levantó una nueva con un primer tramo de piedra de dos varas de altura (cerca de dos metros) y en el que se abrió la puerta de entrada y dos ventanas por las que se introduciría la uva en la bodega. El segundo tramo, que llegaría hasta la altura del tejado del corral vecino, estaría hecho con unos pilares de ladrillo y adobe. La pared de atrás se mantendrá de abobes con dos pilares a cada lado sobre los que apoyaba un madero. El techo de la bodega estaría cruzado por 50 maderos que iban desde la pared principal a la trasera y sobre los que se colocaron las bovedas para el tejado.
Aldeanueva de Ebro. Fachada semejante a la de la bodega del Cabildo

La bodega tendría dos plantas. En la planta baja se encontraría la bodega propiamente dicha, y sería allí donde se recogería la uva, elaboraría y conservaría el vino.

A la entrada de la bodega estaba el pisador en el que se echaba la uva desde el exterior a través de las ventanas y donde se aplastaría y estrujaría la uva. Este pisador estaba enladrillado y tenia unas dimensiones de 4 varas de ancho por 3 de largo y se levantaba 4 pies de alto. (8,3 metros cuadrados - 9,3 metros cúbicos)

Detrás del pisador se construyó un foso de paredes empedradas “a tizón” con una profundidad de algo menos de medio metro, y en cuyo fondo se colocaron 14 combos o piedras de “media vara en cuadro” que servirián de asiento para los tinos de la bodega. Al lado del foso donde irían los tinos se acondiconó un espacio para colocar una “prensa al aire”.

En la segunda planta estaría la oficina del mayordomo de los diezmos, toda ella enlucida, con una puerta con una piedra para el umbral, una ventana y ventanilla con sus cerraduras y unos asientos de tabla.

Los tinos

Para el almacenamiento del vino se solicitaron los servicios de Pablo Maguregui, maestro de cuberia de Anguciana, quien se encargaría de hacer dos tinos con una capacidad de 1.000 cántaras cada uno (32.000 litros en total), “a estilo de Rioja con tablas de dos pulgadas de grosor y con ocho cellos de hierro. Cada uno de los tinos tendría su “témpano” o tapa. El contrato se firmó a mediados de julio, y los tinos debían estar colocados en la bodega para el comienzo de la vendimia. Durante un año completo el cubero se hacía responsable de las posibles reparaciones que pudieran ser necesarias.



La prensa

A la bodega además se le dotó de una prensa “al aire” de la que se nos dice que era firme, reforzada con planchas de hierro en la costuras.

Utensilios de la bodega

Construida la bodega, e instalados los tinos y la prensa, finalmente el cabildo tuvo que dotarse de todos los utensilios necesarios, como una escalera para subir a los tinos, un comportillo para recibir el mosto de los tinos, dos canillas de bronce para los dos tinos, una cantara de cobre, un azumbre y un envasador también de cobre y dos arpas. La mayoría de estos utensilios se guardaban dentro de una alacena.

Para la oficina del mayordomo se adquirió una mesa con cajón.

Coste de la bodega

El precio final de la bodega, sin contar el corral en la que se construyó, ascendió a 13.370 reales, distribuidos del siguiente modo:



Concepto
Reales
Honorarios del maestro arquitecto: plan y avance de la fábrica; 3 consultas sobre dudas.
Peatón por ir a Rioja a activar la contrata de los tinos.
172
Maestros alarifes
6540
2 Tinos
4650
Entarimado tinos al maestro tinero
320
Aumento del entarimado que pareció insuficiente: trabajo alarife y yeso
70
Tempanos superiores de los tinos
Comportillo
660
2 canillas de bronce
88
Prensa al aire
500
2 arpas
1 escalera segura para subir a los tinos
70
Cántara de cobre
Envasador de cobre
Azumbre de cobre
240
Mesa cuarto mayordomo con cerraja y llave
2 cerrajas y llaves para las ventanas exteriores de la bodega
60

Una vida corta para la bodega

La bodega había sido largamente esperada por el cabildo aldeano, pero una vez construida no estaba llamada a perdurar mucho tiempo. La supresión de los diezmos en el año 1841, justo a los 10 años de su construcción, dejaba a esta bodega sin el sentido para la que fue construida.

Comentarios en Facebook: Aldeanueva Histórica


José Luis Gómez Urdáñez. Es sorprendente: haciendo una bodega cuando ya muchos vecinos no pagaban diezmos; tampoco el cabildo parroquial -imagino que muy reducido en efectivos- tenía medios de control en esas fechas. No sé en Aldeanueva, pero en otros pueblos riojanos se dice cuando va llegando el final de la Década Ominosa que son todos liberales. El documento, interesantísimo.

Miguel Ángel Del Prado Martínez. Habrá que estudiar con más detalle hasta que punto se estaba disminuyendo la recaudación de los diezmos en Aldeanueva. Si hacemos casos a lo que se nos dice en este expediente parece que lejos de disminuir se está aumentando: “Mucho tiempo ha que esta corporación está experimentando la falta de un sitio para recoger el diezmo de uva que todos los años se aumenta en esta villa”.
Lo que está claro es que en Aldeanueva se produce una gran excepcionalidad y es que hasta comienzos del siglo XIX no comienza a recaudar los diezmos su cabildo eclesiástico, así que por poco que se recaude siempre será mucho más que lo que antes se recaudaba.

José Luis Gómez UrdáñezClaro, es parecido a lo que pasa en Pradejón (aunque ahí no tenemos fuentes suficientes). Pero es muy buena la excepción, pues recuerda a muchos sitios donde los parroquianos siguieron diezmando "por respeto". Es también el comienzo del gran combate liberales-conservadores que, por lo que te leí, en Aldeanueva fue fuerte.

Miguel Ángel Del Prado Martínez. De confirmarse un mayor cumplimiento del pago de los diezmos por los aldeanos a finales de la segunda década del siglo XIX no sería difícil vincularlo a la represión y persecución que los liberales de Aldeanueva sufrieron con el regreso al poder de los absolutistas tras el Trienio Liberal. Pero la construcción de la bodega creo que lo que viene a evidenciar es el inicio de las tensiones entre la fábrica y el cabildo, o lo que es lo mismo entre el Ayuntamiento –patrono de la fábrica- y el cabildo. Es significativo que sea 24 años más tarde de conseguir la iglesia de Aldeanueva la desmembración de las parroquiales de Calahorra cuando solicite licencia para depositar la uva en la bodega de la fábrica. En mi opinión, lo que se hace en el año 1829 es conseguir el derecho para hacer algo que ya se venía haciendo de hecho desde años atrás. La reclamación por el cabildo en el año 1831 de la devolución del dinero que le había prestado a la fábrica para construir la bodega se podría interpretar en el mismo sentido. A mediados del siglo estas desavenencias ya se manifestarán de manera clara en el enfrentamiento entre el cura y el alcalde.

José Luis Gómez Urdáñez. Claro. Esto es un asunto de enorme importancia y creo que la documentación de Aldeanueva nos va a permitir comprobar: de ese momento arranca la imposibilidad de sumar a la Iglesia a cualquier solución y al final, acabará ganando con el concordato de 1855. Y ganándolo todo.


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