viernes, 6 de febrero de 2015

El difícil arranque del siglo XX

La agricultura y más concretamente el cultivo de cereales y de la vid ha sido durante siglos la base económica de los habitantes de Aldeanueva de Ebro, por lo que su situación socioeconómica ha estado marcada por el devenir de estos cultivos, alternando épocas de bonanza con otras más desfavorables, y en este devenir las últimas décadas del siglo XIX estuvieron marcadas por la bonanza producida por la creciente demanda de vino tras la destrucción del viñedo francés atacado por el oído y la filoxera.
Los beneficios económicos del vino llevaron a los agricultores aldeanos a aumentar la plantación de viñas de manera que las 151 hectáreas cultivadas en 1861 se convirtieron en 1100 hectáreas en el año 1899, a las que había que sumar las 1650 hectáreas plantadas en los pueblos vecinos. Para atender a la nueva producción el pueblo se llenó literalmente de bodegas en las que se llegaban a elaborar 300.000 cántaras de vino. Hasta 70 bodegas de distintos tamaños se llegaron a contabilizar en el año 1889, 29 en edificios dedicados de manera exclusiva para bodegas y el resto dentro de las casas o compartiendo espacio con corrales o/y pajares. De los 12 cosecheros de vino recogidos en el Anuario de Comercio del año 1881 se pasará a los 33 entre los años 1888 y 1899. Nuevos profesionales como los cuberos empiezan a desarrollar su actividad en la localidad, el primero de ellos Anselmo Goicochea ejercerá como cubero desde 1882, y a partir de 1886 también lo harán Ramón Echevarría, Miguel Zubeldia y Robustiano Varea.

Aldeanueva de Ebro era considerada una villa rica en la que viticultores y vinateros obtenían importantes beneficios y los jornaleros conseguían trabajo en las abundantes tareas que requerían las viñas a lo largo de todo el año. Pero en las mismas puertas del siglo XX la plaga de filoxera hundió su pujante economía.

En el verano de 1899 se detectaban los primeros casos de filoxera en La Rioja y en diciembre ya había llegado a los campos aldeanos. Los efectos de este insecto eran letales para las viñas, así una vez instalado en las raíces de una cepa, ésta moría irremediablemente en un plazo que oscilaba entre los dos y los cuatro años. La propagación de la plaga se producía de forma rapidísima. Tras ensayar de manera infructuosa distintos medios para combatir la plaga, se comprobó que el único método útil era el arranque de las viñas filoxeradas y la plantación de barbados o portainjertos de vid americana, que a diferencia de las variedades europeas eran resistentes al insecto. Tras las lógicas vacilaciones para adoptar una medida tan drástica, finalmente los viticultores aldeanos comenzaron a arrancar sus viñas, desapareciendo en el plazo de 10 años 920 hectáreas de viñedo, quedando su extensión reducida a tan solo 180 en el año 1909.

La situación pronto comenzó a ser angustiosa pues al arranque de las viñas se unió las malas cosechas de cereales. Aún no habían pasado tres años de la detección de los primeros casos de filoxera cuando en el verano de 1902 el alcalde y la Junta de Mayores Contribuyentes acuden al Ministro de Hacienda solicitándole la rebaja al mínimo del tipo impositivo pagado en el impuesto de consumos. En dicha solicitud presentan una imagen desoladora del pueblo: 
Precaria por demás es la actual situación de esta en otros tiempos rica villa de La Rioja baja, mermadas considerablemente las cosechas de cereales efecto de las pertinaces sequías, perdida en gran parte y muy pronto será en su totalidad su riqueza vitícola por el alarmante desarrollo de la filoxera e infecundas estas feraces tierras para otra clase de cultivo por carecer en absoluto de aguas para el riego, el porvenir que les espera a estos moradores no puede ser, excelentísimo señor más oscuro y problemático.

Abrumados bajo la impresión de miseria tanta, el propietario apenas puede contribuir a las cargas del Estado ni del municipio y el infeliz obrero vese privado del mísero jornal e imposibilitado de atender a las más perentorias necesidades de la vida, viéndose en el duro trance de abandonar su pueblo nativo y buscar en otro más afortunado el sustento para si y para su familia.
En 1904 la sequía y la filoxera ya habían arruinado la agricultura aldeana
la pertinaz sequía se ha encargado de dejar yermos nuestros fértiles campos hasta el punto de poder permitir la entrada del ganado lanar en las heredades sembradas de cereal por no llegar el fruto a su estado de desarrollo para poderlo recoger.

Por otra parte la última cosecha de vino ha sido tan insignificante y tan marcada su depreciación en el mercado, que sus escasos productos, aunque los obtuviera, no remunerarían ni en pequeñísima proporción los cuantiosos dispendios y enormes tributos que gravitan sobre estos pobres labradores.

La devastación del viñedo por la terrible plaga filoxérica avanza rápidamente; ya no es un término determinado el invadido si no que se ha enseñoreado de toda nuestra principal riqueza sumiéndonos en la mayor miseria. Y como si esto fuera poco, la benéfica suspirada lluvia no ha saturado nuestros sedientos campos de la necesaria humedad hace ya dos años no habiéndose podido por tal motivo llevar a efecto las operaciones de sementera, agravándose extraordinariamente la aflictiva situación.
Ante esta situación la Junta de Mayores Contribuyentes se dirigió al Ministro de Hacienda solicitándole que “para aliviar en algún tanto la grande miseria que aflige a este vecindario se digne conceder alguna cantidad del fondo de calamidades públicas por creer ser de justicia lo que se pide a fin de socorrer a los más necesitados” advirtiéndole de los riesgos de alteraciones sociales que se podían llegar a producir:
Las autoridades locales, Excelentísimo señor, solicitas por el bien de sus administrados, escuchan llenos de pena el incesante clamoreo de un pueblo que agoniza, pero carecen de todo recurso material para solucionar este grave conflicto; y si el gobierno de S.M. no acude con urgencia a remediar esta apremiante necesidad, puede esperarse con fundado temor, que estos habitantes de suyo pacíficos, resignados y sufridos, careciendo de pan y de abrigo en la estación más cruel, sin ningún medio de vida en el presente, perdida toda confianza en el porvenir y aguijoneados por el horrible fantasma del hambre, exterioricen su malestar promoviendo en algún día, tal vez demasiado cercano, serias manifestaciones, precursoras de disturbios locales de entrañable gravedad.
Paro, hambre, miseria, emigración son las nuevas realidades para los jornaleros aldeanos, enormes dificultades para los pequeños propietarios y una fuerte reducción de su capacidad económica para los labradores y mayores propietarios. Como contestación a esta pluralidad de situaciones se desarrollarán distintas propuestas asociativas unas de carácter político, otras de defensa de los intereses de la clase obrera o propietaria y por supuesto también una de carácter agrario. La participación de los aldeanos en alguna de estas agrupaciones dependería tanto de su situación socioeconómica y laboral, como de sus experiencias previas, de las expectativas que le ofrecían, o las relaciones y lazos de amistad o de interés que tuviera establecidas.

PRADO MARTINEZ, Miguel Ángel del. “El sindicalismo agrario en Aldeanueva de Ebro en las primeras décadas del siglo XX”. En Aldeanueva Histórica (en prensa)

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